Acabo de leer en una de esas actualizaciones de estado que las redes sociales te invitan a rellenar, algo que provoca risa y buen humor, pero que está cubierto también por cierto halo de tristeza: “preparándome para sobrevivir al simulacro de paz y amor de cada año”. ¿Qué otra cosa es la vida más allá de paz y amor? Si sabemos que la paz, principalmente la interior, es la base para vivir entregado a los demás, que es para lo que venimos, y que el amor es el motor de todo, porque da sentido a nuestras vidas, ahuyenta el miedo y nos llena de ilusión, ¿por qué nos empeñamos en rehuir de todo lo que caracteriza a esta etapa?, ¿por qué no aprovechamos el impulso de ese “simulacro” para prorrogar lo verdaderamente importante durante el resto del año? Como nos enseñó quien se ha convertido en nuestro ángel y que siempre será nuestro referente, María de Villota, la vida es un regalo, y no se me ocurre mejor manera de agradecerlo que amando y estando en paz. Por suerte son muchas las personas que lo hacen, y afrontan la vida con coraje, multiplicando las emociones positivas tanto en el pasado, con gratitud y perdón, como en el presente, disfrutando del ahora, y hacia lo que está por venir, con optimismo y esperanza. Ésas, que saben poner el ingrediente estrella en todo lo que hacen o les pasa: pasión. Por eso me encantaría compartir cada semana en este espacio, por el que estoy profundamente agradecida, pensamientos positivos, mensajes que ayuden, historias de vida apasionantes, y fortaleza, que por cierto es el rasgo que mejor define al género femenino. Y sí, es cierto que en breve comienza la representación de la solidaridad y la bondad por excelencia, pero no veo otro camino que nos reporte más bienestar que ése. La felicidad, apuntó mi admirado Álex Rovira, “es el perfume de las cosas bien hechas”. Pues aprovechemos este clima idóneo para hacer las cosas bien, y prolonguémoslo el año entero, para que la felicidad deje de ser un simulacro y se convierta en pura realidad.
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