La responsabilidad es lo primero que tratamos de inculcar a nuestros hijos, porque sabemos que esa capacidad de reflexión y de valorar las consecuencias de sus actos será su pasaporte a la autonomía, a la vida social, a su integración en el centro de estudios pero también, y lo que es más importante, a su lugar en el mundo. Sin responsabilidad jamás se consigue la independencia total, y si se logra, puede ser a costa de la calma de los de alrededor o en perjuicio del bienestar de toda una sociedad. Por ello todos tenemos la responsabilidad de, por lo menos, mantener una ética universal que garantice una sana convivencia y un mínimo compromiso con la colectividad a la que pertenecemos. Por ello también hay irresponsabilidades que se pagan con la cárcel y otras con el rechazo de pleno de la sociedad. Un estigma del que cuesta deshacerse, principalmente si concierne a la opinión pública. Aunque lo que para uno es insultante y para otro puede no serlo, hay normas morales que, una vez trasgredidas, hacen que exista un difícil retroceso. Pero creo que, mirando siempre hacia delante y dejando de lado ese limitante y dañino sentimiento de “estás conmigo o contra mí”, todos tenemos en nuestra mano asumir la responsabilidad de contribuir a una sociedad menos enfrentada y beligerante y más solidaria y participativa. Por ello agradecer siempre a quienes se vuelcan con proyectos solidarios. Hoy en especial, a quienes ayer ofrecieron su apoyo a fundaciones Down i mes y Natzaret que consiguen que menores crezcan con una importante responsabilidad: ser felices.

AUTORA 

rbnNuevaIrene

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Saber que se puede

No hay tiempo para el odio porque no hay paz sin perdón. Perdono para vivir. Espero que este libro, en el que abro mi corazón, anime a la reflexión, la armonía interior y la exaltación de los valores humanos.

Si mi caminar ha servido para que otros valoren sus piernas, sus caminos y sus vidas, el dolor, las caídas y los momentos menos buenos están más que amortizados.

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