Como este nuevo año que acabamos de estrenar, hemos decidido disfrutar más y quejarnos menos, os traigo la historia más inspiradora que he conocido en mi vida. Nació en 1985 y a los seis años comenzó a sentir falta de movilidad en las piernas, a cansarse más de lo normal, a caerse con facilidad… aquellos síntomas degenerativos fueron afectando a todo el cuerpo, sin que los médicos supieran decirle por qué. Ella misma lo bautizó como “la enfermedad de Marimar”. No tiene diagnóstico pero sí terapias y sesiones que van consiguiendo mantener una escasa pero exprimidísima calidad de vida que Mar emplea en sonreír, disfrutar, ayudar a quien lo necesite… pero también estudiar, leer, aprender… es licenciada en Periodismo con buenísimas notas, apasionada por la música y el cine, aunque no está del todo de acuerdo con el mensaje final de la película “Mar adentro”, porque ella está en el lado opuesto, tanto, que si hubiese conocido a Ramón Sampedro, seguro que le habría hecho cambiar de idea. Viaja dos veces al año a Lourdes y ha burlado la parca unas cuantas más. Con una mente poderosa y una voluntad de hierro, jamás se queja de los constantes y fuertes dolores. Ahí va el mensaje de Mar, generosos y sensibles sentimientos que expresa con una dulce y tenue voz: “no soy ninguna filósofa ni sabia, pero lo que quiero que entienda la gente es que yo lucho y no me importa lo que piensen los demás, pues la dignidad sólo me la puedo quitar yo y nadie más.” Eternamente gracias, por darnos tanto y enseñarnos que sabiendo que se puede, y queriendo que se pueda, uno puede disfrutar de la vida por muchos obstáculos que en ella encuentre. Y la clave, el origen de la recuperación, como siempre, está en creerlo, en una actitud positiva y en esos ángeles en la tierra llamados médicos, capaces de obrar milagros, trasplantando vida y esperanza. Por suerte la medicina y los procedimientos avanzan velozmente procurando nuestro bien, pero es precisa una contribución propia a la salud: ser optimistas.
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