¿Verdad que las luces brillan de otra forma en estas fechas? Ya sé que mucha gente se agobia en medio de este clima de felicidad casi corporativa, que preferirían que pasase lo más rápido posible, que es tiempo de extrañar e incluso de llorar por los que ya no están, y que la nostalgia, siempre inoportuna, impide que la sonrisa luzca natural y sincera. Sin embargo creo que la Navidad es la excusa perfecta para reunirte con los que quieres y que por trabajo o destino, están demasiado lejos durante el resto del año, y que más que apenarse por los seres queridos que perdimos, hemos de acordarnos de los que han marcado nuestra vida o siguen de cualquier forma presente en ella, para celebrar juntos esta maravillosa y resplandeciente luz de Navidad. Una luz que invita también a reflexionar acerca de si hemos conseguido ser un poco más compasivos, más responsables, más comprometidos… o si mantuvimos al menos la serenidad en más ocasiones que el año anterior. Que ya es mucho. Cierto que, sobre todo cuando hay niños cerca, la Navidad es la gran oportunidad para que, especialmente los más pequeños, disfruten y sepan valorar lo mejor de la vida: la alegría y la felicidad.

Quizá más que para empacharnos, es una ocasión de oro para cargarnos de la energía y el resplandor de una luz clarificadora, que nos recuerda que hemos de mantener viva la maravilla interior, esa en la que podemos confiar. Buen momento para despertar a lo importante, y ser consciente de que pese a las grandes pruebas y dificultades que irrumpen inesperadamente, a veces más duras de lo que cualquier ser humano se creería capaz de soportar, la grandeza interior puede con todo. Y ¿qué mejor manera para recapacitar y dejar paso al casi siempre revelador silencio, que hacerlo deleitándonos con las esplendorosas luces que tiñen los paseos de alegría e ilusión y envuelven cualquier trayecto por una magia inolvidable? Pero lo que jamás hemos de olvidar es que la verdadera luz, es la que todos llevamos dentro.

Deseo que seamos capaces de transformar el dolor y la rabia que desatan las dificultades, en retos para superarnos, que consigamos mantener la paz interior, para ser cada día más felices, y que esa actitud humanitaria, compasiva y solidaria, vital sobre todo en momentos más difíciles, logre que esa luz que llevamos dentro, brille con más fuerza.

AUTORA 

rbnNuevaIrene

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No hay tiempo para el odio porque no hay paz sin perdón. Perdono para vivir. Espero que este libro, en el que abro mi corazón, anime a la reflexión, la armonía interior y la exaltación de los valores humanos.

Si mi caminar ha servido para que otros valoren sus piernas, sus caminos y sus vidas, el dolor, las caídas y los momentos menos buenos están más que amortizados.

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